viernes, 7 de diciembre de 2012

LA TRISTE HISTORIA DE CÓMO UNA UNIVERSIDAD BORRÓ LA SONRISA DE UNA VOLEIBOLISTA



Hace poco más de un mes fue la heroína de su equipo que gracias a su liderazgo consiguió su primer título universitario. Hoy, es blanco de la indiferencia de las autoridades de esa conocida universidad. No hace mucho soñaba con el inicio de la Liga Femenina con la confianza de reeditar su nivel de la edición pasada (fue una de las mejores en su puesto). Hoy, solo un milagro podría hacer que juegue esta temporada. Hasta hace poco se le veía sonriente, ilusionada, se sentía querida. Hoy, se siente totalmente desamparada y con una frustración tan grande como la decepción que le embarga por tanta ingratitud.

Hablamos de Zaira Manzo, la talentosa armadora que a inicios del mes pasado se coronó campeona universitaria con la Universidad César Vallejo, sede Lima, pero que ahora vive una horrible pesadilla. Sucede que en la final de la Universiada, torneo interuniversitario, después de anotar el punto que le dio el título al elenco poeta, Zaira tuvo una mala caída y se lesionó de gravedad (ver el video). 

Mientras sus compañeras saltaban de alegría por el campeonato obtenido, Zaira se retorcía de dolor en la cancha. Lo peor vino después: el diagnóstico arrojó que se había roto el ligamento anterior cruzado de la rodilla izquierda. En buen cristiano, Zaira tenía que ser intervenida quirúrgicamente y estaría fuera de actividad entre 6 a 8 meses. 

“A pesar del dolor, la férula de yeso y todo, me siento bien porque cumplimos con nuestra meta, siempre tuvimos fe y llegamos a la cima. Gracias Diosito, sé que estuviste en todo momento con nosotras”, decía Zaira después de la final. Sin pensar ni un instante que esa institución a la que ella había defendido en cuerpo y alma le daría la espalda. ¿Qué sucedió?

Zaira Manzo estudia en la César Vallejo la carrera de Turismo y Hotelería. Como deportista calificada, Zaira tiene una beca integral en esa universidad. No obstante, este beneficio no la exime de la obligación de representar a esa casa de estudios en los torneos universitarios. Y ella, sin chistar, lo hizo, pese a que era la Universidad San Martín de Porres quien corría con sus gastos –entiéndase el club que le pagaba-, pues iba a jugar por ellos en la Liga que se avecina.

Luego de esa desafortunada lesión, Zaira se acercó a las autoridades vallejianas para ver todo lo relacionado a su operación. Pero al ser el costo más elevado de lo que pensaban (S/. 23, 000 soles), le dijeron que no podían asumir ese gasto. O sea, la abandonaron a su suerte. Para variar, la San Martín también suspendió el pago de sus haberes pues argumentó que no podían seguir pagando a una jugadora que se había lesionado jugando para otro equipo. Es decir, Zaira también perdió su único sustento. Pues a diferencia de muchas voleibolistas, ella es de las pocas que vive de esta disciplina.

Si eso le parece indignante, todavía falta más. Al ver la indiferencia de las autoridades de esa universidad norteña, Zaira se contactó con el médico de la selección de fútbol, el doctor Julio Segura, y éste le ofreció operarla sin cobrarle sus honorarios, pero sí tenía que asumir los costos de la operación. Esto significaba que el monto de esa intervención quirúrgica disminuía, pero ni siquiera así la gente de Vallejo tuvo la voluntad de ayudar a esa deportista que se lesionó defendiendo sus colores. 

En el colmo de la insensibilidad, CERCA A LA NET pudo conocer que hace unos días un delegado del cuadro principal de Vallejo se comunicó con Manzo para comentarle que los directivos habían decidido apoyarla siempre y cuando ella se desligue de la San Martín y juegue por ellos el próximo año. O sea, anteponían sus intereses a la salud de la voleibolista. 

“Jamás pensé que la gente de Vallejo me trataría así. Si yo hubiese querido no habría viajado a Trujillo (allí se disputó la final), pero pedí permiso a mi club (San Martín) porque quería aportar al equipo. Sin embargo, ahora cuando soy yo quien los necesita me dan la espalda. Ni siquiera me llaman para saber cómo estoy”, nos dijo la armadora.

“A pesar de eso, no pierdo las esperanzas de que la gente de Vallejo me ayude y me operen cuanto antes, pues lo único que deseo es volver a jugar lo antes posible. Yo vivo de esto, y ahora no sé que voy a hacer todo este tiempo que esté de para”, fue lo último que nos pudo decir la exjugadora de Alianza Lima.

Llama la atención -aunque en realidad no sorprenda demasiado- que ante situaciones tan indignantes y lamentables como estas, esos políticos que tan raudamente se subieron al coche con los triunfos de la selección de menores hoy brillen por su ausencia para defender los derechos ignominiosamente vulnerados de una deportista. Y eso que de lo sucedido ya pasó más de un mes. 

¿Dónde está Cenaida Uribe? ¿Por qué no sale en la televisión, como lo hizo con Gladys Tejeda, acompañando a Zaira para denunciar este atropello? ¿Por qué no se le escucha decir nada a Cecilita Tait que prometió en su campaña electoral defender los derechos de los deportistas? ¿Por qué Leyla Chihuán guarda absoluto silencio? ¿Por qué no decide convocar a una conferencia de prensa para presionar a la gente de Vallejo a que asuman su responsabilidad? ¿Y qué del congresista Richard Acuña Núñez, hijo del dueño y fundador de la mencionada universidad? ¿Por qué nadie le exige que tome partido en este asunto? ¿Dónde están todos? ¿Dónde está la prensa?

La respuesta es obvia. Este caso no es mediático y lo que no es mediático no vende, no genera portadas, no ayuda a levantar la imagen de nadie. Si nadie me ve, no me interesa. Ese parece ser el pensamiento que guía las acciones de nuestros parlamentarios. Algo a lo que ya estamos acostumbrados, pero que no por eso deja de indignarnos. Tranquila Zaira, de algún lado llegará la ayuda que esperas y necesitas. ¡Fuerza!

                        

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