El corazón de las aliancistas solo palpitó dos sets. En el tercero, ese músculo no volvió a latir y el equipo de Carlos Aparicio se mostró inerte, sin vida. Decimos corazón porque la cabeza, que es de donde deben salir las ideas, jamás estuvo operativa. Mucho menos en quien debería ser la jugadora más pensante: la armadora Sandra Santana.
Su rival, en cambio, fue todo lo contrario. Con la lucidez de Shiamara Almeida -cada día juega mejor- y la eficacia en la net de Karla Ortiz y Maguilaura Frías (16 y 15 puntos, respectivamente), las rimenses desplegaron un juego vistoso y bastante coordinado.