¿Por qué los haces sufrir? ¿Por qué pruebas hasta el límite su pasión por ti? ¿Será acaso ese el secreto de vuestro idilio? ¿Será por eso que te acompañan a donde vayas? ¿Será porque saben que no los defraudarás? ¿Será por eso que nunca pierden la fe en ti? ¿Será por eso que no les importa quedarse afónicos con tal de alentarte hasta el final?
Porque lo que hiciste hoy, Alianza, llenó de ansiedad hasta al más imperturbable de tus hinchas. Fue una experiencia no apta para cardiacos. Fue para aliancistas de verdad, o sea. Para aquellos que saben lo que es sufrir por tus colores. Para aquellos que te han visto tantas veces resurgir de tus cenizas y salir airoso en las más duras batallas.
Todo iba bien, Alianza. Dos a cero arriba (25-20, 25-18), tus jugadoras motivadísimas, tu entrenador satisfecho -aunque sin cantar victoria todavía- y tu hinchada feliz por el buen partido que estabas haciendo. Pero de pronto cambiaste, Alianza. No fuiste el mismo. No volviste a ser ese equipo sólido en defensa, efectivo en ataque y atento en el bloque. Eras un Alianza impreciso, más vulnerable, con menos confianza.
Sucedió lo que temían tus hinchas, Alianza. Géminis te empató al llevarse el tercer y cuarto parcial (25-20, 28-26) y forzó así un quinto set. Pudiste haberlo liquidado antes, Alianza. Pero así eres tú pues, te gusta hacerlos sufrir. Ahora tu margen de error era cero, no te estaba permitido un traspié más. Lo sabías, ellos también.
Eternos fueron esos minutos que duraron esa manga definitiva. Minutos en los que el aliento de tu hinchada resonó más fuerte que nunca. Minutos en los que te reencontraste con tu mejor versión e impusiste tu ritmo en el juego y lo ganaste 15-8 y sellaste así tu triunfo por 3-2. Minutos de gloria, minutos en los que más de uno reafirmó su adhesión por ti, Alianza.
Ahora ya estás en semifinales, Alianza. Ahora te esperan dos encuentros durísimos ante la Universidad San Martín. Pero eso será el miércoles, ahora es tiempo de que festejes. Dejaste en el camino al último monarca de la competencia, le quitaste el sueño del bicampeonato. Qué se puede hacer, Alianza, tú también tienes tu propio sueño, tu propio anhelo. Ese sueño y anhelo que es el mismo de tu fanaticada: el título nacional, desde luego.
Verdadera poesía..muy buena la forma de exponer la información..siempre es un gusto leerla...Atte.Carlos S.
ResponderEliminarGracias, Carlos.
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