sábado, 5 de noviembre de 2011

NATALIA MÁLAGA: “CUANDO ME VEO GRITAR EN LA TELE ME DA VERGÜENZA”

peru21.pe

Fuente: Gonzalo Pajares/Peru21.com

Polémica, deslenguada, purita garra... así es Natalia Málaga, una de nuestras grandes voleibolistas. Hoy forma nuevos valores. Que le copien la fibra.

Oueremos tanto a Natalia Málaga porque siempre dejó todo por el Perú en una cancha de vóley. Hoy es la entrenadora de nuestra selección juvenil y dirige la Escuela de Campeones de San Borja, una iniciativa de la municipalidad de ese distrito para formar a los deportistas peruanos del mañana. Que se parezcan a Natalia.

¿La derrota frente a Rusia en Seúl fue tu día más triste?
No, porque para mí fue una alegría obtener una medalla olímpica. Siempre duele perder, pero la medalla de plata fue el premio al esfuerzo de años que hicimos.

¿El cariño de la gente cambió esa medalla de plata en oro?
Sí. Siempre lo dicen. Y si alguna de nosotras sintió tristeza fue, más que por la derrota, porque se acababa un ciclo y el equipo se desintegraba: todas nos fuimos a jugar a distintas partes de Europa, y ya no íbamos a jugar más juntas.

¿Te sentías mejor que la Tait?
Cada una con su personalidad demostraba su valía. Y aunque hoy yo aparente tener más carácter, en ese equipo todas éramos líderes, nadie se quedaba atrás.

¿Es cierto que eras la más traviesa, que apagabas los interruptores a zapatillazos?
(Ríe). Es que me gustaba hacer puntería (risas). Así éramos todas.

Son malos días para el vóley…
Muy malos. Yo estoy con el equipo juvenil porque se proyecta bien para el futuro, pero en mayores estamos mal. Ese equipo debió renovarse hace tiempo, no se debió esperar tanto, los últimos campeonatos internacionales –donde nos han sacado la mugre– debieron jugarse, aunque perdiésemos, con gente joven, para que ya se fueran fogueando. Hay gente, no podemos decir que no la hay. El equipo juvenil que entrené fue dejado de lado y, por eso, ya se ha perdido ocho jugadoras: dos se han regresado a provincias, dos juegan vóley playa y todo lo que habíamos alcanzado se está perdiendo.

¿Qué debemos hacer para que esto no pase?
Uno opina, pero no nos dan importancia. Yo trabajo con un grupo que quiero transformar en valioso. Para que esto funcione, las jugadoras deben ser muy disciplinadas. Las épocas cambian pero, a pesar de la importancia que hoy se le da a lo físico, el vóley es el mismo; solo han cambiado la fuerza y el tamaño de algunas jugadoras. Las peruanas son pequeñas, nunca más habrá una Gaby Pérez del Solar. Quizás haya alguna de su tamaño, pero no sabemos si con su capacidad. Tenemos chicas de 1.90 m, de 1.87 m, pero ninguna con el nivel de Cecilia (Tait), de Gina (Torrealva).

¿Te has capacitado?
Las técnicas se usan de acuerdo con el material que se tenga. Si se tiene uno crudo, hay que empezar por la base. Por eso, uno no puede usar la técnica actual con las jugadoras que no saben los fundamentos. Yo recibo chicas de 15 años que llegan con muchas carencias técnicas, y no deberían llegar así. Las fallas vienen de abajo, no de la selección, pues allí una ya no enseña, solo pule, mejora. Lo malo es que en las escuelas y en los semilleros no les dan los fundamentos, solo les enseñan a matar sin saber bolear.

¿Tus jugadoras te quieren, te respetan o te temen?
Al principio me temen, por la disciplina que impongo. El peruano es ‘mosca’, es vivo, le dan la mano y se va hasta el codo. No hace caso, pero metes un grito y controlas la cosa. Yo no quiero que me tengan miedo, pero si no entienden a la primera, a la segunda tengo que levantar el tono, y a la tercera ya grito. Luego, cuando ya nos vamos conociendo, el temor se convierte en respeto. Lo mismo viví con Man Bok Park, Lucha Fuentes y Norma Velarde, mis maestros.

¿Te importa que tus jugadoras te quieran?
Siempre es bueno, porque así se establece una relación de confianza. Con el tiempo, uno encuentra el tono de hablarle a cada chica.

Pero tu tono es alto, ¿no? Les gritas a las chicas...
No lo hago por llamarles la atención, sino por la bulla del coliseo. Además, las órdenes son órdenes, no favores, hay que ser firmes. No me gusta perder el tiempo.

A partir de esas escenas, Carlos Álvarez ha creado un personaje de antología...
Sí, es muy divertido, me encanta. Y si él grita menos que yo es porque estoy metida dentro del ambiente; él solo me imita, le falta pues (ríe).

¿Qué sientes cuando te ves gritando en la tele?
Me da vergüenza (risas). Me digo: “Puta, cómo hablo así, qué roche”. Es el momento, yo no soy así siempre, no me gusta perder, me gusta que las chicas sean respetadas y demuestren lo que saben.

¿Así le hablas a tu hija?
Ella es como mi amiga. Le digo: “Muévete, pórtate bien, te voy a sacar tu mierda”, y se mata de risa porque me conoce y sabe hasta dónde llegar.

¿Los hombres te temen?
No sé. Yo soy tierna, romántica, no como me ven en la tele (ríe). 

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