martes, 14 de septiembre de 2010

Que no se arruine la fiesta

El último domingo se jugó la primera versión del clásico del vóley peruano. Y vaya que no defraudó. En  partido muy disputado el equipo de universitario venció a su similar de Alianza Lima por 3 sets a 2. El marcador  refleja claramente lo parejo que estuvo el encuentro.


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Además, lo que debemos destacar fue la masiva concurrencia de espectadores que se dieron cita al coliseo Manuel Bonilla de Miraflores. Por lo general, la mayoría que acude a presenciar los partidos de vóley son mujeres acompañadas de uno que otro varón, y, por supuesto, de los "engreídos de la casa". Pero aquel día, la presencia varonil fue muy notoria y hasta barras de ambos equipos se dejaban escuchar. Fue un ambiente estupendo, nunca antes vivido en nuestro país. Al parecer esta atmósfera influyó en las jugadoras, porque la verdad nos regalaron un partidazo.

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Hasta aquí todo bien; sin embargo, hubieron situaciones que se dieron que también hay que mencionarlas, a las cuales debemos prestarle mucha atención. Los que estuvimos en el coliseo (y posiblemente se vio lo mismo por televisión), pudimos presenciar a ciertos hinchas con el dorso desnudo e incluso otros colgados de las barandas y entonando en ocasiones cánticos  subidos de tono. Personalmente pienso que esto no debemos volver a permitirlo.

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Tal vez a usted le parezca exagerado, pero piense en esto: años atrás, en los  campeonatos de fútbol de primera división, se programaban los famosos tripletes (es decir, el mismo día podías observar tres partidos seguidos). Si, ya sé que muchos odiaban esta forma de programación, pero el punto es que de alguna manera incentivaba al público a ir a los estadios con toda la familia. Era común ver a grandes y pequeños (incluidas las damas) en las graderías. ¿Qué fue lo que espantó a la gente de las instalaciones deportivas? Pues la violencia. La inseguridad que se apoderó de los recintos deportivos. Y eso es lo que precisamente debemos evitar que se repita en el vóley. Las personas que asisten a los estadios tienen que estar convencidas que estarán seguras mientras alientan a sus equipos; tienen que percibir que no hay peligro de robo si deciden llevar su cámara fotográfica para intentar, antes o después del encuentro, tomarse unas fotitos con sus jugadoras preferidas y tener ese apreciado recuerdo.

En otras palabras, debemos procurar que el deporte sea un espectáculo familiar. Esto tendrá efectos positivos para la misma disciplina deportiva. En primer lugar, los campos de juego no lucirán lo vació que, por lo general, están. Habrá mas concurrencia y ese deporte se masificará cada día más. Segundo, habrá mas ingresos y por lo tanto dinero para fortalecer más estos eventos y a los propios clubes (los inversionistas donde ven publico deciden invertir). Y tercero, al asistir los pequeños con sus padres serán incentivados a practicar ese u otros deportes y de esa manera nuestro universo de deportistas no será tan escaso como el actual.

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Por lo dicho líneas arriba - puede haber otras razones más, desde luego -, es que exhorto a las autoridades a tomar cartas en el asunto para que, presenciar espectáculos deportivos como el vóley sea una fiesta. Una fiesta segura. Una fiesta familiar.

¿Que piensas tú? ¿Es exagerado este punto de vista? Esperamos tus comentarios.

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