jueves, 30 de junio de 2011

EL CALVARIO DE CRISTO…FANI



¿Tiene Luca Cristofani los pergaminos suficientes para conducirnos hacia esa anhelada clasificación a los  Juegos Olímpicos de Londres 2012? ¿No estamos volviendo a caer en el mismo error de buscar éxitos inmediatos y olvidarnos de los procesos que nos aseguren un trabajo más sostenido en todas las categorías? ¿Le avisaron al italiano del pequeño universo de jugadoras que tendrá a su disposición para afrontar los torneos que se avecinan? Preguntas como estas se han dejado escuchar desde todos los frentes: ex voleibolistas, periodistas y aficionados en general. Interrogantes que ameritan respuestas.

Lunes 16 de mayo del 2011. Cristofani es presentado como el nuevo entrenador de la selección adulta de vóley femenino. Ni el brasileño Romeu, ni el también italiano Chiappini resultaron elegidos. ¿La razón? Se afirma que no se convencieron del proyecto que les planteó la Federación Peruana de Voleibol (FPV). Aunque claro, los dirigentes lo niegan. Sin embargo, la llegada de Cristofani encendió en muchos la ilusión de que por fin el vóley peruano pudiese despertar de su largo letargo.


Sábado 11 de junio del 2011. La selección es derrotada 1-3 por Holanda en la Copa Máster de Montreux (Suiza) y ni siquiera podrá disputar el quinto puesto de este certamen. De los cuatro partidos que jugó, los perdió todos. De los quince sets que disputó, sólo tres de ellos los pudo ganar. Son números nada alentadores, por supuesto. Por el contario, provocó que algunas voces ya cuestionaran las virtudes del italiano para comandar a nuestras `matadoras` hacia la cita olímpica.

¿ENTRENADOR DE “A LUCA”?
“Tenemos un estratega de primer nivel y estamos seguros que hará un trabajo excepcional en la selección”, con estas rimbombantes palabras Juan Castro, presidente de la FPV, presentaba a Cristofani como técnico de la bicolor. ¿Alguien había escuchado de él alguna vez? “Es un adiestrador de segundo nivel”, golpea el periodista Pepe Troncón, uno de los hombres de prensa con mayor conocimiento del voleibol en el país.  “Cristofani es un entrenador de segunda categoría en Italia y lo único que lo podría avalar es que viene de un medio muy desarrollado en  el voleibol como es el europeo. Luca Cristofani siempre dirigió a clubes de la A2, o sea la división de ascenso de Italia. Su experiencia en selecciones es nula”, sentencia.

Juan Castro, presidente de la FPV, presentando a Cristofani.
Razón no le falta a Troncón, pues cuando uno revisa el currículum del italiano observa que su trayectoria profesional está basada en equipos italianos que buscaban el ascenso. Así por ejemplo, ha dirigido a clubes como el Gierre Roma (1995 - 1998) de la Serie B2, es decir, la cuarta categoría del voleibol italiano, al Casal dei Pazzi (1998 - 2005) en la Serie B1 -tercera categoría- , luego conduce al Virtus (2005) de la Serie A2 -segunda categoría- en el que su apuesta era un proyecto de largo plazo para construir algo muy importante, sin lograr los resultados esperados. Finalmente, asumió la dirección técnica del Club Pomezia con el que participó en el play-off final para el ascenso a la A1 antes de firmar por la selección peruana.

Independientemente de los antecedentes de Cristofani, y teniendo en cuenta que en toda nuestra historia jamás nos dirigió un técnico europeo (sí lo hicieron japoneses, coreanos, brasileños, cubanos y peruanos), hay una pregunta inevitable: teniendo tan cerca el ciclo olímpico, ¿no era casi un suicidio probar con otra escuela? “Es una apuesta arriesgada a tan poco de completar el ciclo olímpico. Quizá hubiera sido interesante replantear esta posibilidad una vez finalice el proceso de Londres. Sin embargo, ya se tomó la decisión”, nos responde Patrick Espejo, periodista del diario “El Comercio”. El colega Miguel Portanova, quien ha narrado innumerables encuentros de la selección, refiere que cambiar el estilo de juego será lo más difícil para el italiano. “Creo que le será complicado cambiar el esquema de un seleccionado cuyas jugadoras,  sobre todo las adultas, han salido del molde asiático transmitido por el profesor Man Bo Park”, apuntó.

LOS LASTRES DE SIEMPRE
Aunque ya el auto comenzó a andar, nada asegura que la carretera para llegar a Londres estará libre de obstáculos. Hace unas semanas Natalia Málaga, entrenadora de las juveniles, puso el grito en el cielo cuando se enteró que la central Gina López -quien se encontraba recuperándose de una lesión- viajaría con las mayores para disputar la Copa Máster. “Para qué la van a llevar allá, ¿para que recoja las pelotas?, ¿para que conozca Europa?”, protestó 'Doña Bárbara', situación que la prensa sensacionalista bautizó como la primera pelea entre 'Mala Mala' y el `Mago 'Cristofani'.


¿Por qué tuvo que recurrir el italiano a una jugadora lesionada para completar su nómina? “Lo que pasa es que la Federación se confió de que tanto Jessenia Uceda como Milagros Moy iban a aceptar la convocatoria”, se excusó Juan Castro. En el caso de la primera voleibolista su renuncia se debió, según sus propias declaraciones, de lo harta que estaba de los constantes maltratos que recibía por parte de los dirigentes (no especificó a qué clase de maltratos se refería).

 En cuanto a Moy, su negativa por vestir la camiseta nacional no es de ahora, pues ella renunció a la selección peruana en el 2009 tras 16 años de haber jugado por nuestro país, después que no fuera tomada en cuenta por el coreano Kim Cheol-Yong. “Hubiera preferido que me digan las cosas claras y me hubiera quedado en España y no ir a Lima a hacer el papelón que hice. Me hicieron sentir una mediocre", declaró en ese entonces 'Mila', quien no ha tenido reparos en afirmar que aún se siente resentida.

Milagros Moy dessitió de jugar por la selección
Ante la actitud de estas jugadoras, que alternan en la liga A1 de Italia, Juan Castro no dudó en calificar el proceder de ambas como "simples niñerías e inmadurez, que no hacen más perjudicar el trabajo de un  nuevo entrenador”.

MI PEQUEÑO UNIVERSO
A estas alturas el italiano ya se dio cuenta de que el universo de jugadoras con las que podrá trabajar no era tan vasto como imaginaba. Es por eso que ha estado insistiendo -casi cortejando- a la ex capitana de la selección y ahora electa congresista, Leyla Chihuán, para que se sume al equipo. “El pedido de Cristofani de querer a  Leyla  es una actitud casi  esquizofrénica. Parece que Juan Castro ni siquiera ha leído la Constitución del Estado y al parecer Chihuán tampoco. El trabajo de congresista es a tiempo completo. Leyla está impedida de volver a jugar al voleibol”, asegura Troncón.


Más allá de temas legales, la posibilidad de que Leyla regrese a la selección peruana es tan viable como que Manuel Burga renuncie a la Federación Peruana de Fútbol ('Ley' está a punto de culminar su carrera y ya ha expresado en más de una oportunidad su deseo de tener un hijo). Ante esta situación,  Cristofani no tendrá más alternativa que recurrir a las juveniles una vez terminen sus compromisos. “Será como desvestir a un santo para vestir a otro”, ironiza Pepe Troncón.

Y es que esta, aunque nos duela admitirlo, es la cruda realidad del vóley peruano. No ha habido un recambio generacional, debido sobre todo al escaso trabajo en las categorías inferiores (hace poco se ha convocado a Luren Baylón, una jugadora que está próxima a cumplir 34 años). También, hay que decirlo , existe poca voluntad y capacidad dirigencial para promover la transfusión de sangre. Prueba de ello es que en la última temporada de la Liga Nacional, muchos equipos contaban con jugadoras que sobrepasaban los 30 años. Y es más, algunos como el Regatas Lima cada fecha sufría para completar su nómina titular, o como el Sport Boys de Tarapoto que vino a buscar el ascenso ¡sin entrenador y con solo seis jugadoras!

    Baylón fue convocada de nuevo a la selección adulta

Raúl Tola, periodista y experto en la materia, menciona otros aspectos a tener en cuenta. “El vóley peruano arrastra  desde al menos dos décadas otro problema histórico: el bloqueo. Por falta de estatura, pero también de preparación”. “Además, seguimos recibiendo (recepcionando) como hace treinta años, siempre de antebrazo, incluso los saques flotados y profundos, en vez de adelantar las líneas y usar los dedos, lo que aumenta la precisión y acelera el juego. Perú paga muy caro su muy mala entrega, que muchas veces definen los partidos”, afirma.

No cabe duda de que un arduo trabajo le espera al italiano, quien no obstante no tendrá el tiempo necesario, por lo menos este año, para plasmar su idea de juego, debido a que las competencias internacionales -las que realmente importan- ya le pisan los talones: Copa Panamericana del 1 al 9 de julio, Torneo Internacional en Brasil del 13 al 17 de julio y el Grand Prix desde el 5 de agosto.


Cristofani espera convencer a sus detractores

A pesar de esto, en lo que sí están de acuerdo todos es que más allá de las pocas o muchas credenciales con las que cuenta Cristofani, aún es demasiado prematuro para evaluar su trabajo. Hablar de un fracaso por lo sucedido en Montreux es, hasta cierto punto, descabellado. No se le puede quitar el crédito al italiano cuando apenas tiene pocas semanas al frente de la selección. Y menos en las condiciones en la que está trabajando, que no son las ideales por cierto, a pesar de que algo se ha mejorado. “Es muy temprano para calificar su labor. Ninguna persona, por más capaz o currículo que tenga, puede hacer grandes cambios en cuatro semanas. Definitivamente esperamos más, mucho más de este equipo”, resume Espejo asumiendo el sentir de la mayoría.

Así las cosas, el Perú entero espera que el apodo de ‘Mago’ que le puso un diario capitalino a Cristofani -con poca originalidad por cierto- tenga algo, alguito por lo menos, de cierto y el vóley peruano -responsable de tantas alegrías nuestras- vuelva, cual ave fénix, a resurgir de sus cenizas.

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