Por Teófilo “El Nene” Cubillas
Esta es la primera vez que entro a la cancha del periodismo. Difícil prueba y nada menos que con Natalia Málaga. Mi admiración hacia ella será para toda la vida. Veamos cómo nos va.
¿Cuán gratificante ha sido tu trabajo en la formación de jóvenes voleibolistas? ¿Estás contenta?
Bueno, eso va siempre de la mano con las jugadoras que buscan mejores resultados. Yo, recién estoy empezando y todavía no he hecho muchas cosas.
¿Cuál ha sido tu satisfacción más grande como jugadora y como entrenadora?
Como jugadora, haber logrado lo que soy, lo que tengo. El gran mérito es el sacrificio, la disciplina y la dedicación que uno le pone para conseguir sus metas. Como entrenadora, trabajar con un grupo que promete, que tiene condiciones y al que hay que saber manejar. En eso estoy.
¿Cuál es la diferencia entre dirigir y jugar?
¡Uf! Cómo friegas, Teófilo. Hay mucha diferencia. Por haber jugado y ahora dirigiendo como que intuyes la situación del juego. Te das cuenta de qué es lo que va a pasar. Como jugadora tienes la posibilidad de ver y tener una reacción de solucionar en ese momento y en la misma cancha la acción que tienes por delante. Mucha intuición dentro y fuera, pero la que está jugando tiene el mérito de decidir en esos precisos instantes.
Natalia, tú has roto esquemas en cuanto a la conducción de equipos, ¿piensas mantenerlos o ser más dócil?
Se rompen los esquemas porque no hay reacción ni actitud de las jugadoras, pero cuando es lo contrario no hay necesidad de ser tan dura. Han aprendido, saben responder solas y no dependen de mí. Se han ido corrigiendo. Soy más dócil [risas].
¿Qué se siente ser considerada una lideresa?
Pucha, la verdad no sé si decirte agradecida ni nada. Eso ‘no se hace’, ni menos escuchar que te digan ‘tú tienes que ser un líder o lideresa’. Eso viene con uno dentro, desde que se nace y solo queda desarrollarlo, activarlo, fortalecerlo. No es que a mí me dijera Man Bock Park ‘tú tienes que ser renegona, gritona, picona’. Es el carácter de cada uno y que lo tienes marcado, aunque, claro, en uno más que en otros.
Bajo esa consideración, ¿cambió tu forma de ser como Natalia madre, Natalia jugadora y Natalia entrenadora?
No, porque yo creo que en las tres facetas mi carácter es el mismo. Pero en mi casa no tengo que estar lidiando con 12 chicas ni exigiéndoles que corran, que se tiren, que salten porque no nos estamos jugando nada. No tengo doce pero sí tengo una –mi hija Natalia que en junio cumple 18 años– que también hay que estarle diciendo ‘arreglas tus cosas’. Otro tipo de educación, del momento, y sí me estoy jugando resultados porque el día de mañana ella crecerá y tengo que ver que esté formada. Lo mismo, pero en distinta situación.
¿Sigue presente tu admiración hacia el Alianza Lima victoriano?
En ese caso, cuando es deporte, y tuve la ocasión de representar al Alianza Lima, uno lo siente. Viví esa satisfacción después de haber obtenido honores pero acá, aclaro, cuando se trata del deporte peruano, en general, admiro al buen fútbol, al buen vóley, al buen tenis, al buen karate, etcétera...
¿Y qué notas en los seguidores aliancistas?
Toda esa gente que no es de Alianza Lima también me quiere. Te hablo del aficionado o hincha de Cristal, de la ‘U’ y me quieren porque me consideran como imagen representativa del Perú. La verdad, sobre que mi corazoncito sea blanquiazul, te soy sincera en decirte que últimamente Alianza se portó un poco mal. Lo veo desde la parte del vóley. Son ciertas personas que están dentro del plantel y tú, lógicamente, dejas de sentir cariño. Son personajes como que desprestigian un poco la marca. Separando ese tipo de cosas, admiro el buen trabajo, la forma como la barra apoya el club, aunque de ninguna manera estoy con las barras agresivas. Estoy en contra de todas ellas, sea del club que sea.
Hablas de agresividad aun cuando tu carácter también es fuerte cuando diriges...
Sí, pero yo no mato gente ni agarro a pedrones al rival. Hay una gran diferencia. Y esa diferencia está en lo que es el barrista del vóley con el barrista del fútbol.
¿Con quién te sentiste más cómoda jugando?
¿Me preguntas con jugadoras, con compañeras mías? Solo te puedo decir que me adapté con todas. El jugador o jugadora que tiene calidad y de sobra, sabe lo que hace en la cancha le resulta muy fácil adaptarse.
¿Para ti quién ha sido la mejor jugadora de vóley que has visto en tu carrera?
He vivido años con ese grupo extraordinario que alcanzó muchos logros. Me llevé muy bien con todas ellas. Hemos sido hermanas, compañeras, enemigas y rivales, y todo te forma para que tú sigas el camino –de una u otra manera– a lo que más te gusta. Manteniendo esa disciplina, esa rivalidad y esa amistad con esas personas que siempre están a tu lado en la oficina, en el campo, donde sea. Aprendes y te formas la misma vida que tuviste en el grupo con el que jugaste, con la sociedad deportiva en general.
Natalia, ¿te sientes muy querida por la gente?
Es cierto que en mi vida no me he llevado mal con nadie, aunque a muchas personas seguro que no les caigo bien... no es mi culpa. Pero a mí me interesa la gente que me quiere y que yo también la quiero; que me respete porque yo también la respeto.
Para terminar, Natalia, son muchas las frases con las que arengas a tus pupilas. Dime una en este momento...
¿Cuál podría ser? A ver, a ver... Déjame que piense ¡Cómo jodes ‘Nene’! Apunta esta respuesta que es la que me viene a la mente: “Solo si arriesgan, sabrán de qué son capaces ¡Vamos carajo! ¿Está bien?
Fuente: diario El Comercio
Grìtame Natalia...Ojalà hubieran muchas natalias en todas las disciplinas deportivas...
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