Hace unos días la selección femenina de vóley de Cuba estuvo en nuestro país para afrontar una serie de partidos amistosos con nuestras “matadorcitas”. Y al frente de las muchachas cubanas estaba nada más y nada menos que la que fue considerada como la mejor voleibolista del siglo veinte: Regla Torres. Esta leyenda viva del vóley cubano fue tricampeona olímpica con su selección (Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 00), logrando además muchos más títulos que enumerarlos sería casi interminable. Pues bien, a propósito de su presencia en nuestro medio reproducimos una entrevista que le hicieron hace algunos meses en la Habana (somosvoley.com), donde habla sobre su inicio involuntario en el voleibol y de lo que significó para ella la distinción como la jugadora más destacada del siglo pasado.
El voleibol, como la vida, conoce a menudo de absurdos, ilógicas realidades, y algunas tan sorprendentes como la vivida por la capitalina Regla Torres Herrera, elegida como la mejor jugadora del mundo en la pasada centuria.
“A mí no me gusta el deporte. Jamás imaginé vivir ligada al voleibol”, nos dijo con fácil sonrisa, jovial carácter y natural desenfado para iniciar el diálogo.
“Llegué al deporte por accidente. Por esas situaciones que la vida te impone. A los ocho años mi madre decidió llevarme a la Pre-EIDE Camilo Cienfuegos porque trabajaba y no podía cuidarme todo el tiempo. Prefería el atletismo y los profesores enseguida me captaron pero mi mamá dijo redondamente que no y me anotó en voleibol”.
Pero te lo tomaste en serio...
Al inicio fue solo un juego pero ya en la EIDE Mártires de Barbados comencé a darle importancia. Entendí que podía imponerme. Nuestro entrenador Jorge Lozada nos inculcó todo el tiempo las ideas de triunfar y llegar a la selección nacional.
¿Eres supersticiosa?
No, soy religiosa. Llevo la vida como viene y sin planes. En la religión hallo explicaciones que necesito para hacer las cosas.
¿Entonces cumpliste la promesa de Sydney’00? Cuéntanos.
Sí, (se ríe) dos años después. En la discusión del oro ante Rusia perdimos los dos primeros sets. Idalmis Gato estaba atacada en el banco y, sin consultarnos, le juró a la Virgen de la Caridad del Cobre que si vencíamos cada una le llevaría un regalo. Y ganamos, por lo tanto tuvimos que ir. Nos enteramos de la promesa en el festejo y allí mismo quisimos ‘matarla’. Nosotras creíamos mucho, es la verdad.
peruvoley.com |
Hablas de tu equipo Cuba con mucho apego...
Imagínese, la mayoría jugábamos juntas desde los juveniles. Nos conocíamos perfectamente. Con solo mirarnos descubríamos cada intención. En el juego éramos una sola: había que ganar y se hacía lo indecible. Eso solo se logra con los años.
¿Consideras que fue ideal?
No fuimos perfectas. Nos equivocamos y tuvimos no pocas diferencias, algo inevitable entre tantas mujeres. Pero en lo técnico-táctico pellizcamos lo ideal. Pasamos casi 15 años entrenando y compitiendo juntas, lo que nos dio un team work excepcional.
¿Eres impulsiva, agresiva?
Por momentos. Y tiene que ver con el deporte porque ante situaciones difíciles y sin la forma deportiva óptima, la única manera de vencer es siendo ‘agresiva’, para intimidar al contrario. Sin embargo, fuera de la cancha rara vez me comporto así.
¿Eso explica lo sucedido en Atlanta 1996?
Sí. Los partidos entre Cuba y Brasil se caracterizaron por los fuertes intercambios de palabras y la agresividad. Teníamos temperamentos y niveles muy similares. En aquel choque ambas partes nos comportamos mal y vinieron las advertencias del árbitro, las tarjetas amarillas... fue una experiencia desagradable. Todo comenzó desde el Grand Prix y el Mundial de 1994. Hasta ese momento éramos muy amigas, pero con el DT Bernardo Resende nació una tirantez que traspasó la cancha.
sp.beijing2008.cn |
Tricampeona olímpica... ¿Qué sientes?
Normalidad. Cuba es un país muy natural. Salgo a la calle y me reconocen, son amables conmigo y eso me enorgullece. Tuve suerte. Pertenecí a un conjunto ganador.
¿Qué experimentabas al triunfar?
En Barcelona’92 ni me enteré, no tenía conciencia del significado. Ya en Atlanta la alegría fue mayor, me sentí repleta de orgullo, sobre todo por el incidente ante Brasil. En Sydney me estremecí, pasé del dolor y la decepción a la felicidad.
Mejor voleibolista del siglo XX... ¿Significado?
Esa elección me ha traído mucha alegría pero también pesares. Supe de criterios injustos. Pudo ser cualquiera: ‘Mamita’ Pérez, Magalys Carvajal, Mireya Luís... porque fueron excelentes. Sin embargo, veo la esencia en que la condición la ganó una cubana. Eso es lo importante.
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