En este espacio queremos dar cabida a todos aquellos que tengan una opinión formada independientemente que comulgue o no con nuestro punto de vista. Pues creemos que esa es la manera más objetiva de abordar los hechos que, en este caso, ocurrieron el pasado jueves en el coliseo Bonilla. Es por ello, que publicamos el presente artículo de un aficionado del vóley en el cual, muy a su estilo, emite su juicio sobre este espinoso tema: las barras en los coliseos de vóley.
EL FÚTBOL Y SUS PARADOJAS, AL ESTADIO
Artículo escrito por: Miguel Mejía
Hace varios meses se empezó a dar cobertura a éste deporte y me parece perfecto, es más, me parecería injusto que no se le dé cobertura a una disciplina que nos ha dado tantos lauros. El año pasado, Universitario ascendió a la Liga Superior y crearon la “huachafada” más grande que he oído los últimos años en el ambiente deportivo: El clásico del vóley.
Para empezar, clásico hay uno sólo. Clásico es un partido de FÚTBOL entre Universitario de Deportes y Alianza Lima y, por ende, se disputa en un ESTADIO. No existe clásico del vóley, simplemente es una cuestión de puro marketing. Desde que hicieron esta “gran” creación, el Bonilla parece cualquier cosa menos un coliseo.
En los partidos de vóley que jugaba –y que juega- la selección, no se escuchan más que aplausos y un “Perú, Perú” que motiva sanamente, por decirlo así, a las muchachas. Hoy y desde ese invento marketero se ha confundido el concepto de vóley, y el espectáculo que ofrece el deporte de la net alta en sí. Los llamados hinchas, que dicen estar en las buenas y en las malas se confundieron –no sé si por brutos- de escenario deportivo. Estos sujetos, empezaron a ir con banderas y tambores al coliseo, para empezar a teñir de gris tan lindo espectáculo.
En un principio, no pasaba nada – creo que hasta ahora tampoco- y todo el mundo aplaudía la fidelidad de la hinchada que se daba tiempo para acudir a alentar a la filial de vóley de su equipo favorito, hasta que llegó el primer “clásico” y empezaron –indirectamente- los problemas. Vayamos por partes y hagamos una suerte de cuadro comparativo. En un estadio las barras están a casi cien metros de distancia y, dentro de todo, hay seguridad; en el coliseo, las barras están a veinte metros de distancia, la salida es una sola y hay cinco ineptos que dicen ser de seguridad. Sigamos. En el estadio, la distancia entre la barra y jugadores es poco más de cincuenta metros; en un coliseo, la barra está a 10 metros, exagerando, de las jugadoras.
Todos sabemos que, estos angelitos, no sólo van a alentar, sino también, a hostigar. Aquí, en un coliseo, toda esa hostilidad de la hinchada se siente, ellas la sienten y, valgan verdades, influye en su rendimiento. ¡Vaya! Si se quejan por unos cuantos “ajos” de Natalia, imagínense cómo estarán por la cantidad de “ajos” y “cebollas” de parte de la hinchada.
Lo triste del asunto es que aquí, en el Perú, nadie mueve un solo dedo hasta que ocurra una desgracia. Hace un par de días ocurrió algo típico del fútbol en el coliseo: un fanático de la “U” quiso quitarle el polo a un hincha del Deportivo Alianza, y, éste fue herido en la mano tras resistirse. El resultado fue descalificar a Universitario de la Liga, es decir, un “hincha” perjudicó seriamente años de trabajo de la selección de vóley de la “U” y lo que más cólera da es que Universitario estaba haciendo una tremenda campaña.
El fin de semana quise ir al vóley con la familia y obtuve como respuesta un no rotundo; me argumentaron que seríamos agredidos. La respuesta de la familia dolió bastante, pero es la cruda realidad. Hace muchos años, cuándo aun no había barras bravas, los domingos eran días familiares en el estadio; años después, apareció este grupo de desadaptados y de a pocos la gente fue alejándose de las tribunas. Hoy, pasa lo mismo en el vóley; los domingos eran días familiares en el coliseo, hasta que apareció ésta escoria que ya empezó a ahuyentar gente. ¡Qué triste!
Señores directivos y organizadores. ¿Es tan difícil tener algo de sentido común? Creo que no. Éstos “clásicos” no deben de existir. Si se tienen que jugar, que se jueguen a puertas cerradas, o en todo caso eviten el ingreso de éstos vándalos. Dejen de lado, por un momento, el marketing y piensen en las consecuencias que podría traer éste tipo de eventos. Hoy fue a un hincha, pero en un futuro –Dios no quiera- puede ser agredido alguien del comando técnico o alguna jugadora y, hasta se puede armar una batalla campal.
Una lástima lo que pasó con Universitario, una lástima por el vóley. Si quieren alejar a la afición del coliseo, lo están haciendo a la perfección. Saldré a caminar para despejarme, pero evitaré pasar por la Av. Del Ejército; pueden agredirme.
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